Los abrasivos actúan sobre otros materiales con distintas clases de esfuerzo mecánico (triturado, molienda, corte, pulido). Tienen elevada dureza y se usan en todo tipo de procesos industriales y artesanos. Los procesos abrasivos se usan frecuentemente, de una parte para producir la forma final y de otra, para mejorar el acabado de la superficie. El amolado, bruñido, y lapeado son procesos abrasivos comunes.
Cuando hablamos de discos abrasivos nos referimos a unas piezas que son imprescindibles para las herramientas que efectúan las funciones de lijar o desbastar un material por fricción, como puede ser el caso de una pulidora o una esmeriladora. Por eso se habla de disco de lija o de disco de desbaste. El disco abrasivo se compone de granos abrasivos, que son el material de corte, ligados por un agente aglutinante y con una estructura de material compuesto o malla para dejar cierto espacio libre (poros) entre los bordes de corte.
Según el tipo de grano abrasivo, los discos de corte y desbaste pueden ser de distintas clases. Así, se habla de discos abrasivos convencionales, cuyo grano abrasivo es el óxido de aluminio, el carburo de silicio o una mezcla de óxidos de aluminio y zirconio. Estos se utilizan para materiales blandos y duros o semi-duros. Y por otra parte se habla de discos super-abrasivos, que tienen un material de corte que es el diamante policristalino o el nitruro de boro. Su uso es para corte y desbaste a alta velocidad y precisión de materiales de gran dureza.
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