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Ferretería y Bricolaje
Desde los inicios de la humanidad, el ser humano siempre ha tenido la necesidad de construir, ya sea desde una pequeña casa donde tener cobijo, a actualmente, grandes construcciones que invaden nuestro espacio vital.
El primer martillo de este tipo construido en la historia, data del año 1932, desarrollado por la empresa alemana Bosch. Dicha necesidad se creó por aquel entonces en Stuttgart, en la construcción de una carretera, que con las herramientas de la época, habría tardado una infinidad de tiempo comparado con el tiempo empleado con la entonces nueva y útil herramienta. De la necesidad de una rápida velocidad de ejecución, surgió el martillo demoledor.
En la actualidad tenemos varios tipos de martillos demoledores, que se han ido desarrollando en excelentes tecnologías que hacen de estos, herramientas excepcionales para el campo de la demolición.
Neumáticos: Como su propio nombre indica, estos trabajan con aire comprimido y su forma de romper los materiales es percutiendo con fuerza hasta romperlos en pedazos. Su uso está más bien orientado a aplicaciones viales, ya que se utilizan para romper piedra, pavimento o aceras.
Hidráulicos: A diferencia del martillo neumático, estos funcionan con agua. Suelen ser más grandes, y generalmente se acoplan a una excavadora o un tractor. Gracias a este tamaño y su mayor fuerza, se utilizan en tareas de destrucción más grandes, y en materiales como pueden ser hormigón, cemento, asfalto e incluso tierra. También se suelen utilizar en trabajos de minería, ya que permiten trabajar verticalmente.
Eléctricos: A diferencia de los expuestos anteriormente, se alimentan de energía eléctrica. Son los más utilizados y sus aplicaciones generalmente son el picado de tierra, levantamiento de aceras, demolición de estructuras de hormigón fino y otras aplicaciones básicas en un martillo portátil. Como el neumático, su uso continuado a lo largo del tiempo, provoca peor circulación sanguínea y problemas en los tendones de manos, brazos y muñecas. También es mejor utilizar orejeras por la gran cantidad de decibelios y es bueno comprobar que en el radio de acción no haya más personas.