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Construir un equipo de mantenimiento industrial verdaderamente eficiente no va solo de máquinas, software o presupuestos: va de personas capaces de sostener el pulso de toda una planta con precisión, criterio y las herramientas adecuadas. En un entorno donde cada parada cuesta dinero y cada error se multiplica, entender qué necesita realmente un departamento de mantenimiento se ha convertido en un factor estratégico para la competitividad de cualquier empresa.
Guía imprescindible para dejar atrás la inercia, la improvisación en los departamentos de mantenimiento
Piensa en esto, de verdad: ¿cuántas veces has apostado fuerte por la modernización, por la digitalización o los grandes discursos sobre competitividad… y, sin embargo, el día a día te recuerda que algo tan básico como una llave del 13 en mal estado, un medidor que ya no da la talla o la formación desfasada de un técnico es lo que termina torciendo una intervención vital en tu planta?
El corazón de la industria late en la maquinaria… pero quien la mantiene viva y a pleno rendimiento son las personas —sí, mujeres y hombres— que se dejan la piel en ese taller, a menudo invisibles para el resto del mundo. La heroicidad cotidiana del mantenimiento nunca aparece en la foto del premio a la eficiencia, pero cuando falla… la realidad golpea duro.
¿Y si te decimos que la mayoría de “averías imposibles”, retrasos, incidentes o costes multiplicados podrían evitarse si el equipo tuviera justo las herramientas, los conocimientos y la formación adecuados, ni más ni menos? No es magia ni discurso bonito: es urgencia. Urgencia de poner en valor el trabajo de quienes mantienen las plantas funcionando cada día.
No hay mayor error que decidir que la excelencia es solo “para las grandes empresas”. La diferencia está en cómo equipas y cuidas a tu equipo. ¿Hablamos de cómo hacerlo realidad?
El auténtico problema: la falta de medios en mantenimiento se paga cara

Hay días en los que duele. Da igual el tamaño de la fábrica o lo complejo del sistema. Allí está el encargado, el técnico, el responsable de turno haciendo encaje de bolillos con una maleta de herramientas a medias, intentando improvisar un diagnóstico sin los instrumentos adecuados o, peor todavía, pidiendo ayuda porque le falta formación sobre una nueva máquina.
Nadie quiere hablar en alto del asunto, pero todo el mundo sabe que el gran punto débil de cualquier área de mantenimiento no es la motivación, ni siquiera las horas: es la ausencia crónica de recursos y actualización.
Se sigue pensando que invertir en el equipo, en equipamiento y formación es un gasto, no una inversión. Y, sin embargo, cuando llega la tormenta —una inundación, un fallo crítico, una parada de producción a contrarreloj—, todo se tambalea por una multiherramienta gastada, un sensor roto, una falta de software actualizado.
La diferencia entre un mantenimiento industrial eficiente y un caos improvisado suele ser tan sencilla —y tan dramática— como esto: medios suficientes, bien pensados y puestos en manos capaces.
Adaptar el kit: los distintos tipos de mantenimiento no se luchan igual
¿Has visto alguna vez a un equipo —o a ti mismo— enfrentarse a un correctivo con el mismo modus operandi que a un preventivo?
La realidad es que cada tipo de mantenimiento es un mundo.
- El preventivo demanda rapidez y eficacia, sí, pero sobre todo precisión: medir, detectar, ajustar antes de que nada grave ocurra. Para esto, nada te salva salvo instrumental fino, como multímetros calibrados, llaves ajustadas, destornilladores de precisión, linternas frontales, alicates especializados.
- El correctivo es la guerra: ahí sale lo pesado, lo que hay que sacar adelante rápido y con contundencia—martillos, extractores, gatos hidráulicos, llaves de impacto, herramientas eléctricas. Si te falta fuerza, pierdes la batalla.
- El predictivo es otro universo. No valen ya solo las manos ni el olfato. Hace falta interpretar datos, diagnosticar antes que nadie usando tecnología: analizadores de vibración, cámaras termográficas, detectores ultrasónicos, software específico para anticipar futuros problemas.
¿Conclusión? Equipar al equipo es conocer de verdad a qué se enfrentan y dotar al equipo, con lo que les va a permitir estar por delante de los fallos.
Medir, medir, medir: sin datos, todo es adivinar

Hay una frase que revienta escuchar, pero que sigue viva en demasiados departamentos: “esto siempre se hizo así”. Demasiada costumbre de fiarse del oído, del tacto, de la experiencia, sin instrumentos o con ellos desactualizados.
Un error de medición —una décima, una vibración mal registrada, medio grado, un grosor que nadie revisó— y la avería se multiplica, las paradas se eternizan, la seguridad salta por los aires. No es cuestión de obsesión por la tecnología, sino de entender que:
- Sin un calibre preciso, el juego de una pieza es azar.
- Sin un termómetro infrarrojo fiable, la prevención de sobrecalentamientos es lotería.
- Sin micrómetros actualizados, la fatiga de material pasa desapercibida.
- Sin sensores de vibración a punto, una transmisión se va a pique sin aviso.
Lo que separa una intervención brillante de un parche es la fiabilidad de los datos. Y los datos solo llegan si los instrumentos no fallan.
Tecnología para las personas: ¿es el software otra caja de trastos?
Hablamos de GMAO, de software, de sensores, pero ¿realmente están integrados o son solo otro icono más en el escritorio para la técnica, para el operario? No hay tecnología que funcione sola. El mejor sistema digital, el más caro, más moderno, no vale de nada si no se convierte en una extensión de las personas del equipo. El GMAO debería ser…
- Una brújula que organiza, programa y prioriza trabajos.
- Un guardián que avisa, detecta y permite analizar tendencias antes del desastre.
- Un aliado para tener stocks de repuestos y órdenes controladas, no un cuaderno bonito que nadie cumple.
Cuando funciona así, la implantación reduce costes, extiende la vida útil de toda la instalación y —esto se dice poco— da sosiego. La sensación de que, pase lo que pase, alguien ya lo ha pensado por ti.
Pero, ojo: solo si el equipo de mantenimiento lo siente suyo. Resistirse al cambio digital es humano, pero no actualizarse es dejar que el mantenimiento se oxide para siempre.
Formación en mantenimiento: el cuento sin final
Se repite hasta la saciedad, pero la realidad es que la formación debería ser como el oxígeno: invisible, continua, vital y, sobre todo, personal. No vale poner un vídeo en la pantalla y esperar el milagro. No sirve una charla genérica sobre “lo que viene”. Tampoco confiarse al que más años tiene en el área para formar a quienes llegan. La auténtica actualización suma así:
- Formación técnica continua, sí, pero adaptada al momento real de cada integrante.
- Acompañamiento en cada nueva herramienta o software, hasta que toda la plantilla lo utilice de verdad.
- Tiempo dedicado (y remunerado, claro) para aprender y reaprender: online, in company, presencial.
- Y sobre todo, una cultura que premie la curiosidad, la iniciativa, el preguntar sin miedo y el enseñar sin soberbia.
Porque cada nueva tecnología, cada nuevo proceso, necesita traductores, catalizadores, personas que hagan que eso nuevo se vuelva cotidiano para todos y todas.
La responsabilidad de la empresa: dar medios y exigir resultados
Hay un tabú peligroso en muchos sectores: el mantenimiento “es lo que es”, hay que ahorrar, ya se irá viendo. Error. La empresa que no invierte en medios materiales, actualización, digitalización y formación está cavando su propia tumba operativa. Un ahorro mal entendido puede salir diez veces más caro en forma de:
- Paradas forzadas y pérdidas millonarias.
- Accidentes laborales que nunca debieron ocurrir.
- Proyectos que nunca despegan porque el “factor mantenimiento” es un lastre —de esos que nadie menciona en público, pero todos sufren en silencio.
El equipo de mantenimiento no pide milagros; pide trabajar bien, con dignidad, con las herramientas y el saber suficiente. No es un detalle menor, es la base para que toda la maquinaria del negocio siga funcionando.
No es cuestión de “tirar la casa por la ventana” sino de tener visión y anticipar. Hoy se compite con eficiencia y, para eso, no hay atajos: un equipo actualizado y respetado es el único camino.
El futuro ya está aquí: ¿quién se queda atrás?
Puede sonar a ciencia ficción, pero la realidad ya se impone:
- Sistemas interoperativos que se comunican aunque sean de fabricantes distintos.
- Internet Industrial de las Cosas (IIoT) conectando sensores, máquinas, personas, decisiones, todo en tiempo real.
- La información pasa a buscar al técnico, al operario, no al revés: alarmas predictivas, datos integrados y decisiones automáticas.
- El rol del equipo muta: ya no basta con saber apretar o desmontar, ahora hay que interpretar datos, validar tendencias, encontrar sentido en la mezcla de la grasa y los bits.
¿Quién se queda fuera de juego? Quien cree que la modernización es solo para “las multinacionales o para el futuro”. Quien no se toma en serio la capacitación, la actualización, la integración de la digitalización.
Hoy, el mantenimiento es híbrido: manos valientes, cabeza analítica, curiosidad encendida, y ese saber callado —y tan poderoso— de quien lleva años sintiendo las máquinas como una extensión de sí misma o sí mismo.
No basta con “tener cosas”: importa usarlas bien (y querer mejorar)
Puedes comprar los mejores maletines, equipar el taller con tecnología punta, poner pantallas por todas partes, implementar un GMAO último modelo. Sirve para poco si el equipo no lo utiliza en el día a día, si nadie entiende su función, si falta el entrenamiento para sacarles partido, si se deja arrinconado por pereza o recelo. El verdadero salto, el que menos empresas logran, es cultural:
- Que cada mujer y hombre de mantenimiento sienta que su trabajo merece el mejor apoyo y el mejor conocimiento.
- Que los sistemas digitales se vivan como aliados, no imposiciones.
- Que la medición precisa sustituya al “siempre se ha hecho así”.
- Que la formación sea derecho y deber, no privilegio ni castigo.
No hay éxito sin compromiso, no hay eficiencia sin ganas de mejorar. A veces basta que la dirección “desbloquee” el presupuesto y las ganas para que el equipo dé un giro de 180 grados. Otras veces hace falta tiempo, convencimiento, paciencia. Pero siempre, siempre, empieza por dignificar el trabajo y dotar de recursos, sin excepciones.
Lista de comprobación: ¿está tu equipo preparado para la eficiencia real?

A veces nos perdemos en teorías y nuevas modas, pero el termómetro de la eficiencia, al fin y al cabo, es simple. Hazte estas preguntas sin miedo ni excusas:
- ¿Hay suficientes herramientas profesionales para las tareas habituales y de emergencia?
- ¿Están calibradas, en buen estado y sustituidas cuando toca?
- ¿El stock de materiales y repuestos es fiable y está bien gestionado?
- ¿El software GMAO se usa (de verdad) por todas las personas del equipo?
- ¿Se monitorizan los datos críticos en tiempo real y se actúa ante las alarmas?
- ¿Los técnicos reciben formación continua y personalizada, o toca improvisar?
- ¿La comunicación “de arriba abajo” es clara, abierta y fomenta la innovación?
- ¿La dirección ve el mantenimiento como gasto, o como una vía estratégica de crecimiento?
Si alguna respuesta es “no”, toca actuar. No hay vueltas: el deterioro comienza cuando la inercia manda.
El reto está servido: ¿estás dispuesto a cambiar la historia de tu mantenimiento?
No te vamos a pedir que te conviertas en gurú ni que pidas presupuestos imposibles. Te invitamos a ver a tu equipo de mantenimiento con otros ojos: los de quien valora, respeta e invierte en quienes pueden marcar la diferencia entre un día normal y una pérdida irreparable. Dales medios. Dales voz. Dales tiempo y crédito para aprender. Dales, sobre todo, la seguridad de que su trabajo importa más que cualquier certificación de moda.
La eficiencia industrial no es tener menos personas ni gastar menos en piezas. Es lograr que cada intervención, cada dato, cada minuto, sirvan para que la empresa camine hacia delante. Y eso solo sucede cuando quienes mantienen la maquinaria pueden desplegar todo su potencial. Así, la próxima vez que una crisis sacuda tu planta, sabrás que llegará el reto… pero la respuesta ya está preparada. Y esta vez, la diferencia la marca el equipo.
¿Te resuena todo lo que acabas de leer? Abajo tienes la sección “El Consejo del Experto” de nuestro podcast “Mantenimiento en Acción”. No dejes pasar la oportunidad: escúchalo y ponle voz real a todo esto. Descubrirás nuevas ideas, matices, anécdotas y ese empuje que solo se siente cuando escucha alguien que lo ha vivido.
Tu equipo, tu maquinaria y tu empresa te lo agradecerán. No es solo un podcast. Es el combustible que necesitabas.
Preguntas frecuentes sobre mantenimiento industrial: Resuelve tus dudas
¿Qué es el mantenimiento en el sector industrial y en qué consiste?
El mantenimiento en el sector industrial engloba todas las acciones preventivas, predictivas y correctivas realizadas para asegurar que la maquinaria, equipos e instalaciones funcionen correctamente, manteniendo su vida útil y evitando paradas inesperadas. Consiste tanto en tareas rutinarias de inspección y lubricación, como en análisis de condiciones, reparación de averías y actualización tecnológica, adaptándose siempre a las necesidades productivas de la empresa. El mantenimiento industrial es clave para optimizar la productividad y la seguridad operativa diaria.
¿Por qué es tan importante el mantenimiento industrial en las empresas?
La importancia del mantenimiento industrial reside en su impacto directo sobre la productividad, la seguridad y los costes de explotación. Un mantenimiento deficiente puede traducirse en averías costosas, riesgos para la seguridad de las personas, interrupción de procesos y pérdida de competitividad. Por el contrario, un mantenimiento adecuado permite prolongar la vida útil de los activos, cumplir con normativas, reducir el consumo energético y ofrecer productos de calidad de manera continuada. Así, se convierte en pieza estratégica para cualquier empresa del sector industrial.
¿Qué tipos de mantenimiento industrial existen actualmente?
Existen tres tipos principales de mantenimiento industrial: el preventivo, que consiste en realizar tareas regulares programadas para evitar fallos; el correctivo, que se aplica cuando ya ha surgido la avería y busca reparar el daño; y el predictivo, que emplea tecnologías y sensores avanzados para anticiparse a posibles fallos mediante el análisis de datos en tiempo real. Cada uno tiene su función en diferentes contextos y todos complementan una gestión eficiente del mantenimiento en la industria.
¿Cómo elegir la mejor estrategia de mantenimiento para mi empresa?
Seleccionar la estrategia de mantenimiento adecuada depende de múltiples factores: tipo de maquinaria, criticidad de los procesos, recursos disponibles y objetivos empresariales. Analiza el historial de fallos, la frecuencia de uso y los costes asociados a paradas. Una buena práctica es combinar tipos de mantenimiento, usando el preventivo como base, el predictivo en equipos críticos y el correctivo solo para casos imprevistos. Revisar periódicamente tu estrategia permite adaptarla a los cambios tecnológicos y de producción del sector industrial.
¿Cuáles son los servicios de mantenimiento industrial más demandados?
Los servicios de mantenimiento industrial más solicitados suelen incluir inspección y diagnóstico de equipos, planificación y ejecución de tareas preventivas, reparación de averías, actualización de maquinaria, gestión de repuestos, calibración de instrumentos, formación técnica al personal y supervisión técnica. Además, crece la demanda de análisis predictivo mediante software, implantación de sistemas de gestión (GMAO) y asesoría para digitalización de procesos. Estos servicios, bien gestionados, favorecen un mantenimiento industrial eficiente y seguro.
¿Cómo se puede optimizar la gestión del mantenimiento en el sector industrial?
Para optimizar la gestión del mantenimiento en el sector industrial, es fundamental adoptar sistemas de información (GMAO), impulsar la formación continua del equipo, estandarizar procedimientos, definir indicadores de desempeño y realizar análisis periódicos de los resultados. La digitalización y la integración de herramientas de análisis predictivo permiten una visión global y anticipada, facilitando la toma de decisiones. La implicación de todo el equipo y la inversión constante en mejora tecnológica y metodológica marcan la diferencia.
¿Es posible realizar el mantenimiento de manera eficiente con pocos recursos?
Realizar el mantenimiento de manera eficiente con recursos limitados requiere priorizar acciones de alto impacto, fortalecer la planificación preventiva y enfocarse en la formación del equipo. Aprovecha herramientas de bajo coste pero gran utilidad, como listas de chequeo y metodologías visuales. Mantén un control riguroso sobre el stock de repuestos y reutiliza recursos siempre que sea seguro. Fomentar la actitud proactiva y compartir conocimientos dentro del equipo puede suplir muchas veces la falta de grandes inversiones.
¿Qué papel juega la digitalización en los servicios de mantenimiento industrial?
La digitalización transforma los servicios de mantenimiento industrial al permitir monitorización en tiempo real, gestión automática de incidencias, análisis predictivo y coordinación remota de recursos. El uso de GMAO, sensores conectados (IoT) y plataformas de análisis de datos facilita la trazabilidad, minimiza los errores humanos y anticipa necesidades de intervención. Adoptar la digitalización supone una ventaja competitiva clara, mejorando la eficiencia, la seguridad y la toma de decisiones dentro del sector industrial.
¿Cómo afecta la importancia del mantenimiento industrial a la seguridad laboral?
Un mantenimiento industrial bien gestionado reduce drásticamente los riesgos de accidentes, ya que garantiza instalaciones en buen estado, equipos funcionando correctamente y elimina o previene situaciones peligrosas. La importancia del mantenimiento no solo influye en la fiabilidad operativa, sino en la protección de la vida y salud de mujeres y hombres que trabajan día a día en la industria. Invertir en mantenimiento es, siempre, invertir en un entorno más seguro y saludable para todo el equipo.
¿Qué beneficios aporta al negocio profesionalizar la gestión del mantenimiento?
Profesionalizar la gestión del mantenimiento aporta múltiples beneficios: incrementa la disponibilidad y rendimiento de los equipos, reduce los tiempos de parada imprevista, disminuye los costes operativos, mejora la trazabilidad de intervenciones, facilita el cumplimiento normativo y refuerza la imagen corporativa ante clientes y proveedores. Además, crea un entorno laboral más motivador y confiable, donde el personal se siente respaldado y valorado, y donde la mejora continua se convierte en pilar del éxito empresarial en cualquier tipo de mantenimiento industrial.
