Ropa térmica para el trabajo

Los elfos, que eran sus inseparables ayudantes, lo veían tiritar año tras año. Hablando entre ellos determinaron que durante estas navidades iban a solucionar los problemas de Papá Noel de una vez por todas.

–Yo no sé si seré capaz de aguantar una noche más repartiendo regalos. Me veo con poquillas ganas de pasar frío –Continúo Noel colocándose las gafas sobre su gruesa nariz.

–¿Pero eso como va a ser? Si reparto yo los regalos, los niños van a perder la ilusión y además, como me vean a mí entrando por la chimenea me van a moler a palos –Exclamo Shinny Upatree, buscando excusarse de tamaña tarea.

–Muy bien Papá Noel. Más tarde hablamos del asunto –Dijo Shinny Upatree despidiéndose preocupado de la salud de Noel y pensando en cómo podría solucionar tamaño problema.

Mientras Shinny Upatree salía del salón tropezó con otro de los elfos al servicio de Papá Noel. Evergreen Bushy, que así se llamaba aquel otro elfo, se disculpó del tremendo infortunio al tiempo que acalorado y haciendo aspavientos comenzó a atosigar a Shinny Upatree.

–¿Y qué puedo hacer? –Se preguntaba en voz alta Shinny, evitando un soberano cucharon repleto de comida que Evergreen blandía frente a su boca.

–En serio, escúchame bien Shinny, –Matizaba Evergreen agarrando fuerte la oreja de su amigo. –A mí me mandó unas prendas térmicas el año pasado y yo no he visto cosa mejor. Son artículos transpirables, muy cómodos y además me permiten moverme a mi antojo. ¿Tú ves todos esos regalos que están ahí fuera? Pues todos los he colocado yo solito, agachándome, levantándome y sin llevar ni siquiera abrigo. ¿Y sabes por qué? Porque llevo debajo de mi traje esta camiseta y este pantalón que me mandó mi prima de Herco –Y mientras hablaba Evergreen iba mostrando las prendas que llevaba bajo su ropa de elfo –Así que vamos a mirar bien el catálogo y vamos a encargar unas prendas para Papá Noel y para toda la plantilla de elfos.

Cuando Papá Noel comenzó a probarse la ropa térmica pensaba que iba a estar incómodo pero vio lo a gusto que estaba, lo cómodas que eran aquellas prendas y a punto estuvo de irse a dormir con ellas puestas. Por fortuna entre los elfos y Mama Noel lo convencieron de que se pusiera su pijama de renos, si no cualquiera lo levantaba al día siguiente.

El trineo de Papá Noel salió disparado de Laponia quedándose los elfos tranquilos de que ya nunca más volverían a pasar frío en Navidad.

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